martes, 30 de junio de 2009

MALAS COMBINACIONES



Esto de los cócteles de pastillas es una cosa que nunca llegaré a entender.

A lo que se ve uno puede combinar fármacos como quien se hace un Martini agitado y no revuelto a lo James Bond para que quede más frío y menos transparente.

O como quien se curra una sangría casera de esas que entran bien porque son dulces y después no te dejan levantarte de la silla, y si te lo permiten es con cierta dificultad oscilante.

O como el que sumerge en una pinta de cerveza un chupito de bourbon y, además, espera que le siente de puta madre y se sorprende cuando comienza a sentir un frío sudor recorriéndole la osamenta.

También los hay majaderos capaces de convertir un Chivite colección 125 reserva en un tinto de verano.

Después están los tripas, que prefieren combinar lechuga, salsa rosa y gambas. Y los radikales que eligen mezclar gasolina y aceite de motor en un recipiente de cristal y prenderle una mecha.

Dicen los forenses que al difunto rey del pop lo único que pudieron encontrar en su estómago fue un cóctel de pastillas.

Me pregunto si el negro que tenía el alma blanca y acabo teniendo blanca la piel y el alma no se sabe, pretendía, encima, que el combinado le sentara bien.

A servidora su madre le dijo de bien pequeña que las aspirinas se tomaban con un vasito de leche, si es que no hay como tener una madre maña y sobre todo blanca aunque sea de origen, que ya después si quiere achicharrarse en Benidorm ya es asunto de cada cual.

sábado, 6 de junio de 2009

FUGA DE VOCALES



Sin duda, el nuevo palabro del ámbito de las pandemias es:
MOVILIDAD RESTRINGIDA
Pa movilidad restringida la de mi padre cuando descubrió el loctite, que se quedó veinticuatro horas con una "O" en la mano.

jueves, 4 de junio de 2009

MEN SANA IN CORPORE INSEPULTO



¿Por qué las señoras de cierta edad emiten involuntariamente parte del contenido de sus vejigas?
Esta es una cuestión que me tiene inmersa en un océano de incomodidad no manifiesta todavía en su plenitud.
Una no sabe si llegará algún día a estos niveles de incontinencia.
Lo cierto es que es muy propio de mujeres todavía en edad de merecer que, en llegando un momento culminante de cachondeo general, además de soltar algunas lagrimillas de risa, se diga aquello de “Ay, que me meo”.
Yo no se si es un eufemismo del tipo: “Ay que me peto el culo”, o responde a una realidad húmeda.

A los señores les pasa lo mismo pero al revés. Su talón de Aquiles es la próstata, que, a lo que se ve, cuando les falla no es que les haga mearse sino que no les deja mas que gotear pero frecuentemente.

Yo creo que de ahí viene la expresión “Es pa mear y no echar ni gota”, usada en acontecimientos que más que sorprendentes son prostáticos.

Los señores, como no quieren que un facultativo les investigue “digitalmente” la cloaca, andan muy mal diagnosticaos de lo suyo, y son apostatas independientemente de si han renegado de la fe cristiana o son de misa semanal.

En este sentido, el caso más curioso que ha llegado a mi conocimiento, es el de una vecina de cierta edad que, en viéndola caminando apoyada en un bastón y renqueando levemente de los cuartos traseros; sometida ésta a un leve interrogatorio a cerca de su salud, me soltó:
-“Ay hija, es que me han operao y me han puesto una próstata de cadera”

Menudas putadas perpetran en la sanidad pública. Estas no son bromas. Entre la tena lady entrepernera y una cosa goteándole en lo alto del fémur, no es de extrañar que la buena mujer estuviera para un derribo.
Investigando en la red, servidora que es de las de medicina preventiva, dio con un procedimiento llamado ejercicios de Kegel, que tienen la virtud de fortalecer el suelo pélvico.
La técnica consiste en contraer repetidas veces el músculo pubococcígeo.
Lo cierto es que una siente verdadera aversión patológica hacía cualquier cosa que suene a gimnasia. Yo cuando veo a alguien haciendo footing siempre pienso “Esta llega tarde a algún lao; se hubiera levantao antes y no le pasaría”. Si es haciendo flexiones pienso “Pa que lo hace, si no tiene un tio debajo, se estará entrenando pa cuando pille”.
Así es que, como no quiero acabar como la Concha Velasco, le he dicho a mi marido que necesito un entrenador personal para esto del Kegel, como nunca me escucha cuando le hablo me ha dicho: “Si, tu misma”. Veremos que ocurre el día que me sorprenda en plena ejecución de la tabla de ejercicios…