viernes, 6 de marzo de 2009

"DOCTOR, DOCTOR, TENGO UN HUESO FUERA"

Los servicios médicos disponen de una jerarquía muy complicada. A veces parece que están haciendo un casting para una comedia de enredo.

Si no te conocen, primero te abren la ficha y si te conocen te hacen esperar más que a la mayoría de pacientes (la confianza da asco).

Cuando te abren ficha, las preguntas van dirigidas según la especialidad.
El odontologo no te pregunta a cerca de tus embarazos y al ginecólogo le importan un pepino tus caries. Parece un despiece de vacuno.

El dermatólogo quiere saber si vas a la playa y si tomas anticonceptivos, a este tipo de facultativo podría acusársele de intrusismo, es muy cotilla.

El ginecólogo se interesa por saber si tienes compañía en la cama y por la frecuencia y abundancia de las menstruaciones, también chafardea a cerca de los cánceres de mama de tu familia, pero no te dice nada si estás más blanca que Mikel Jackson o te hace falta una limpieza de boca.

El oftalmólogo te putea haciéndote leer cosas cada vez más pequeñas, y por más que le digas. “para ya, ¿no te he dicho que no veo?”, el sigue como si nada para hacerte sentir mal, te pone colirios que pican y te deja los ojos como un abrevadero de patos para el resto del día porque le da lo mismo con cuantos tíos te estés acostando.

El odontólogo es el más majo de todos. Vive por y para el sarro, y todo lo que no sea caries le parece irrelevante por más que tengas exceso de sangrado menstrual; mientras no sea en las encías por él como si te desangras, que eso es de otro departamento.

Eso sí, en todos los consultorios médicos hay una figura común: la rubia tonta con bata blanca que no habla, ni siquiera contesta a tu saludo, no hace nada y solo observa con cara muy seria y se comunica por medio de miradas con el médico difíciles de interpretar para el neófito, llegando a crear un clima de total desasosiego en el paciente que, al juzgar por su inexpresivo rostro, piensa que se encuentra próximo al fin de sus días. En este sentido, servidora no puede asegurar que en el caso de que el paciente pertenezca al sexo masculino, la rubia tonta cambie su actitud por otra más cordial y afable.

2 comentarios:

Sergio Báguena dijo...

Rubia, vestida de enfermera... y además tonta! ¿Dónde dices que se encuentran esas?

ANABEL dijo...

Vestida de enfermera tipo benny Hill no, vestida de dependienta de droguería (bata blanca o verde). Lo de rubia es evidente.Lo de tonta se lo supongo yo de la misma rabia, también puede que sea muda o tenga una neuralgia de trigemino que le impida sonreir.
P.S. Suele ser muy alta, para mejor soslayar...su hábitat natural es canfanga...¿es que quieres ponerte enfermo, pendón?