martes, 12 de mayo de 2009

SUCESOS LUCTUOSOS TECNOLOGICOS



No hay que establecer vínculos afectivos con la tecnología. No debe uno encariñarse con ella; es traicionera. Es como la energía pero al revés: se crea y se destruye y además se estropea y se desactualiza.

De nada sirve conseguir tener una foto para cada número de tu agenda. De nada sirven las listas ni ninguna otra maniobra de configuración, dejemos el gráfico original, no caigamos en la trampa.

El móvil es un teléfono sin cables que hace fotos, envía imágenes y notas cortas y nada más.

No tiene por que reproducir en la señal de llamada aquella canción de Barry White que te pone los vellos alfombrados, solo tiene que decir Ring y nada más.
No perdamos personalizándolo el tiempo que seguramente nos hará falta para entender todas sus posibilidades. Seamos fríos y vayamos a lo práctico, por mucho que él intente hacerse el simpático con nosotros para distraer nuestra atención de lo esencial; solo quiere confundirnos.

Para cuando él deje de funcionar, seguramente le habremos dado tanto de nosotros mismos que su muerte nos dejará desamparados, melancólicos e incapaces de buscarle un sustituto. Estos duelos tecnológicos no deberían tener lugar, que no estamos para tonterías.

Pensemos que algún día, mas tarde o más temprano, cada uno de nosotros dejará sin respuesta sus llamadas, acumulados sus mensajes, lleno su contestador, y él morirá con nosotros sin pensar en sustituirnos.

Incluso se dice que ya es práctica habitual enterrar al desdichado con su teléfono en el bolsillo.

La de plasma no ha dejado ni un solo viudo y eso que llevábamos media vida con la gordita.

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