martes, 14 de octubre de 2008

"COLECCIOMISMO" (mejorando el término)



No se cual es el procedimiento habitual para inventar una palabra que no recoge el diccionario y que resulta necesaria.

En el coleccionismo y en las aficiones (no diré hobbys ) hay mucho vacío verbal cuando no, simple y llanamente agravio comparativo.

Parece como si el filatélico, el numismático y el cinéfilo, fueran ciudadanos de primera división comparados con el que colecciona chapas de cava (¿chapero?), el apasionado de los video-juegos (¿desempleado?), el que tiene 2.500 sobres de azúcar (¿goloso?).Con una sola excepción concedida a aquel que cuenta en su parque móvil con mas de 50 vehículos (su majestad el rey), que a este se le llama “el numero uno de los españoles” y cosas peores.

Para encontrar la palabra que defina una afición hay que estrujarse mucho la sesera. En eso soy muy exigente. A mi no me vale cualquiera. No permitiría por nada del mundo que alguien me llamara colombofílica por mucho que tuviera un palomar de 200 metros cuadraos. No señor, por ahí no paso, que parece una enfermedad de la sangre.

¡El sector del coleccionismo necesita una legislación ya!.


DECÁLOGO DEL COLECCIONISTA

Artículo 1.

Toda colección o afición se sabe cuando empieza pero nunca como termina. Lo que se ignora todo el tiempo es el por qué.

Artículo 2

El espacio de la vivienda determina el tipo y tamaño de la colección, tanto en la cuantía como en las dimensiones del objeto coleccionado. Resulta relativamente fácil por ejemplo, coleccionar figurillas de elefantes de trompa rampante hasta que se llega a las 2.716, pero es del todo imposible hacerse con una colección similar si el elefante está vivo.

Artículo 3

El coleccionismo no entiende de razas ni de sexo ni de religión ni de clases sociales. Nos ampara a todos en la misma estupidez, distinguiéndonos solo en función del artículo coleccionado y en la manera de desarrollar la citada actividad. No es la mismo, por ejemplo, coleccionar figuritas de cristal de bohemia adquiridas en viajes por los cinco continentes o billetes de 500 euros, que muñecas de porcelana de Planeta de Agostini compradas en el quiosco o monedas de cinco céntimos porque no podemos cerrar el monedero.

Artículo 4

Atendiendo al tipo de especie coleccionada, cabe destacar dos categorías principales e infinidad de subgéneros imposibles de cuantificar.
Empezaremos distinguiendo en función de la utilidad:
Colecciones útiles: papel del water, mecheros, billetes de 500, sobres de azúcar, amantes, zapatos, libros, películas, ceniceros, vino, etc.
Colecciones inútiles, consideradas de alto riesgo y, además, muy estresantes: teteras de porcelana en miniatura, mandos a distancia (¿quién no tiene una colección de estas?), pilas gastadas, chapas de cava que no te has bebido, figurillas en todas sus categorías (búhos, patos, elefantes, jirafas).

Artículo 5

Fijándonos en la tradición, separaremos el coleccionismo en otras dos categorías más
Coleccionismo de trueque: sellos, monedas, chapas, cromos, etc.
Coleccionismo de exhibición: soldaditos de plomo, billetes de 500, casas, etc.

Artículo 6

La cantidad de objetos que componen una colección eleva al coleccionista a distintas categorías:
-“Tengo un coche”: mileurista
-“Tengo mas de 50 coches”: estafador caradura.
-“Tengo 12 campanillas, una de ellas de cristal de bohemia”: una servidora.
-“A menudo olvido que colecciono campanas”: otra vez una servidora.
-“Me di cuenta de que me gustaban las campanillas cuando mi hija me trajo una de L’estartit”: la misma servidora.
-“Le vi posibilidades a la colección cuando me compré una en Toledo”:todo el mundo sabe de quien estamos hablando.
-“Mis horizontes musicales se ampliaron cuando comprobé que ninguna emite el mismo sonido”: dato autobiográfico.
-“Experimenté una profunda emoción al descubrir variaciones en mi estado de ánimo tipo Zen tras convencer a 12 voluntarios de que las hiciéramos sonar al unísono a ver que pasaba”: hubo gran regocijo.

Artículo 6

Coleccionar recuerdos, sensaciones o emociones no se considera colección. Afortunadamente.

Artículo 7

Coleccionar errores, frustraciones, o desengaños tampoco. Afortunadamente

Artículo 8

Absolutamente cualquier cosa puede ser susceptible de coleccionarse. Allá cada cual con su particularidad.

Artículo 9

Coleccionar días tiene su fin. Es la única colección que, si bien cumple con su objetivo de no saber cuando acabará, se sabe que acabará, y acabará de paso con cualquier otra colección paralela que hayamos iniciado.

Artículo 10 (como es sabido el último de un decálogo)

Colecciones imposibles (al menos a día de hoy)
-Pompas de jabón.
-Besos.
-Hambre.
-Rayos de sol.
-Sueños.


2 comentarios:

Sergio Báguena dijo...

Es curioso eso del coleccionismo. Tengo un amigo (no se trata de mi persona ni de el amigo de un amigo, sinó un conocido de toda la vida), que le dió por coleccionar pececitos raros en un acuario. Éste tenía un pez cofre, caballitos de mar y hasta una morena entre otros!
Todos eso, hasta que un día uno de sus peces empezó a comerse al resto, morena incluída, y le dejó la pecera más triste que un yuppie sin ipod y decidió convertir su pecera en un híbrido de pecera/terrario, con un surtido de animalitos nuevos entre los que se encontraban tritones (que se comieron los peces), salamandras, sapos y hasta una culebra de río. Pues bien, al parecer la comida de estos bichos resulta bastante cara y como el colega en cuestión no iba muy sobrado de leuros de esos, decidió crearse su propio criadero de mosquitos para crear ese círculo de la vida que cantaba el Elton John. Para abreviar la historia, os contaré que los mosquitos le crecieron todos en una misma noche, con su habitación cerrada a cal y canto (ya se sabe que los adolescentes tienen muchos secretos que guardar)y el avispao en cuestión tuvo que desaparecer de su habitación durante una semana amén de rociarla con spray cada mañana, tarde y noche.
Apunte: se desconoce si el resto de animalillos murieron por sobredosis de alimento o simplemente se esfumaron por el retrere a la primera ocasión en que la madre entró en la habitación, pero prometo preguntarlo...

ANABEL dijo...

Inquietante y truculenta historia, cuando no abracadabrante, que pone de manifiesto el ímpetu de la naturaleza en el hábitat del adolescente.
Encuentro a faltar cualquier esfuerzo por parte del mencionado amigo, para conseguir algún avance científico digno de ser elevado a tesis, como podrían ser: “Los tritones también comen ácaros” o “Como disecar culebras de río sin el concurso del taxidermista”.
Agradezco de todos modos que se me ilustre en colecciones vivas, afición esta que no habíamos tenido en cuenta.